jueves, octubre 29, 2009

A mis treinta y seis años


Los cañones gritan y la muralla responde, esa es la lengua que importa, ni el griego ni el turco, murmullos entre algodones sucios y ardientes. El mar es rojo como la sangre que cae, despacio, la sangre que el parásito desprecia, demasiado gordo para moverse. . No siente nada, está paralizado, los oídos y ojos aún funcionan, pero la lengua perezosa no quiere ayudarle a gritar para que paren y le dejen tranquilo.

Intenta recordar Lepanto, la fortaleza objetivo, el pequeño puerto, los barcos en posición, hay que planificar o no habrá salida. No puede, sólo ve Escocia, lluvia, faldas que crujen y frío. Mujeres que coquetean o lloran, mujeres que suplican un romanticismo imposible, no saben quien es, el aristócrata de amores escritos y nunca dichos.

Se cansó de Escocia, Inglaterra, Italia, como se cansó de Mary, Anna o Margarita, el cojo bribón, escurridizo, que escapaba en silencio a caballo y cambiaba de patria, llenando el hastío de conquista de libertades ajenas, que le llenaban durante meses hasta que el agujero crecía y todo se colaba por él.

Y ahora el hueco es demasiado grande y por él se rellenan las fuentes de cerámica, dos, tres, ha perdido la cuenta, blancas al llegar, rojas al marcharse, y no le quedan fuerzas, tiene treinta y seis años y sabe que en Missolonghi se acaba el viaje

(…)
Seek out--less often sought than found--
A soldier's grave, for thee the best;
Then look around, and choose thy ground,
And take thy rest.

On this Day I Complete my Thirty-Sixth Year
Lord Byron


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