domingo, agosto 13, 2006

Abrazos y besos



Espirales doradas. Formas suaves, vestidos sin forma de surrealismo art-déco, y de repente una mano delicada, perfectamente definida, agarra una masculina. Los ojos están cerrados, arrebatados, mientras él, des espaldas, besa su cara. La piel de ella es blanca, casi transparente, y la de él oscura. Y están de rodillas, los pies atados por un cordón de oro que parece tan fino como fuerte, un vínculo sutil pero irrompible. Un beso. Nada más y nada menos. Flores en el pelo, flores en el suelo. El resto del mundo queda reducido a un mar informe, marrón oscuro. ¿Qué resto del mundo? No existe nada más.
Otro tiempo, otro lugar...El mar ya no es uniforme y marrón sino variable, del negro al amarillo. En el centro emerge una sábana arrugada, con pliegues que parecen rizos. Rizos blancos en una esquina, negros en la opuesta, que se extienden hacia el infinito. La cabellera femenina, inmensa, se funde con la masculina. Las caras se ocultan en el cuerpo ajeno, los ojos parecen cerrados y los brazos se entrelazan. No hay idealismo en los cuerpos desnudos, los huesos se marcan, las pieles se tiñen pero siento envidia, siento nostalgia porque no hace mucho estuve allí, una vez fui yo y ya no soy. Ahora sólo miro fijamente y lloro por dentro bajo la luz de los focos.
¿Y cual es la cumbre? ¿La perfección del beso, la imperfección del abrazo? ¿Lo celestial o lo humano? La balanza se inclina, el peso de la materia vence. Para lo celestial ya habrá tiempo.


Las vacaciones tienen extraños efectos a veces...

viernes, agosto 04, 2006

Hasta pronto!

Tocan vacaciones, una semanita en Viena y vuelta, así que pronto estaré por aquí de nuevo

martes, agosto 01, 2006

La carta

¡Por fin! Tres meses de espera, interminables, anhelando ver esa sonrisa y esas arruguitas en los ojos que provoca, que ella detesta pero que iluminan su cara con una dulzura que evapora la aparente frialdad de sus ojos azules

Esa sonrisa y sus brazos abiertos en la cama para darle el último beso, con los ojos cerrados, medio dormida, son suficientes para que vaya a repartir las noticias y recibos sin otro estimulante que el recuerdo.

Hoy es el día. Parece mentira lo radiante que puede ser un día gris. Es como si los rayos que se filtran a través de las nubes iluminaran el mundo de esperanza, y ha olvidado lo mal que ha soportado la gelidez de la cama vacía, echando de menos las patadas a destiempo y la estrechez que le empujaba al borde del vacío.

Llena el primer carro sin darse cuenta hasta que un sobre llama su atención. Un sobre blanco, corriente, pero esa caligrafía inconfundible, reflejando su propio nombre, le ha provocado un escalofrío.

Lo abre depreisa, rasgando el papel con ansiedad, la mirada fija sin ver el sello multicolor, casi rompiendo la carta que está dentro, un folio meticulosamente doblado en tres.

"Lo siento". Dos palabras anodinas pero que le han hecho dejar de respirar, el tiempo se ha detenido, mientras lee las frases sin sentido sobre la independencia y la libertad, la necesidad de crecer sola, como si el amor fuera una condena que le impidiera vivir. Y ha sido feliz, no se arrepiente, pero no puede seguir. Y él huele el miedo detrás de las excusas, el miedo a que tanto amor la asfixie, y de repente piensa en todos las cartas de desamor que habrá entregado en los últimos 5 años. Quizás por ello su castigo es ser él mismo el mensajero de su propia infelicidad. No podrá seguir con ello, es una carga demasiado pesada.

Y cierra la puerta de la habitación que será desde ahora una cueva en la que las cartas no podrán hacer daño nunca más

Inspirado por el titular "Condenado un cartero a 9 meses de cárcel por quedarse 34.000 cartas"

Prueba de sonido

Bueno, esto es el principio. A ver si llega la inspiración.
Como tengo la mala costumbre de trabajar en cuaderno, tardaré un poco en pasar aquí todo lo escrito en julio, pero llegarán tarde o temprano